Desierto íntimo

Árboles

podridos que aún pudieran ofrecerse

frutos. Despedirse, desprenderse,

hasta el muñón, el brazo oscuro, separarse

así del propio cuerpo, quise decir: el tuyo

que fue mío. Todo en el amor derrota

y convulsión, todo un sencillo

aprendizaje: el de enseñarse

a morir y a estar muerto

- «Un largo, lengo aprendizaje» (fragmento), Jaime Labastida.


Este gusto por morir

muy despacio

donde anclas se separan

de sus barcos.


Este íntimo desierto

se susurra

como un mórbido silencio

que extiende su hado.


Yo he despertado

a la finitud

de los labios

de la voz

de tus puentes

tejidos hacia mí...


La cada vez más frágil

bifurcación

de los encuentros precisos

entre los manantiales

de nuestro arrollo calmo.


Este gusto por morir

muy despacio

ambiciona a ir más allá

de mi resabio.


Este íntimo desierto

que amanece

debajo de mis pupilas

hasta perderte.



/antesde/